Page 5

Tendencias de la edición digital 2017-2018

amigos, muros de lamentos en redes sociales de colaboradores y profesionales del libro en los cuales se citan este tipo de artículos o noticias. Debemos preguntarnos: ¿cómo se está midiendo la venta de contenido digital?, ¿estas cifras aplican para todo tipo de venta digital o solo la del mercado minorista?, ¿se están incluyendo cabalmente las ventas digitales de subsectores de la edición diferentes a Interés general, que se caracterizan también por el desarrollo de modelos de negocio institucionales?, ¿se está teniendo en cuenta en el Reino Unido el mismo fenómeno que ya se conoce en Estados Unidos de las ventas no reportadas en las grandes plataformas de autoedición?, ¿la estadística sigue estando marcada por resultados de ISBN cuando se sabe que 550 millones de dólares fueron gastados por los consumidores de Estados Unidos en 2016 para e-books sin ISBN, lo que equivale al 24% de las ventas de e-books de Amazon y entre el 15 y el 25% de las ventas de iBooks, Kobo y Nook en este mercado? Por otra parte, ¿en qué medida la caída de ventas de los “grandes editores” incide en una aparente tendencia de caída de los libros electrónicos en los Estados Unidos por la misma presencia de las plataformas de autoedición ya mencionadas?, ¿debemos creer que Amazon está abriendo tiendas físicas en los Estados Unidos porque el mercado del e-book va en caída?, ¿es válido decir que el libro impreso está de vuelta cuando nunca se ha ido?, ¿es cierto que hay editores en nuestros países que están obteniendo más del 50% de sus ingresos en el desarrollo de sus estrategias de distribución digital, con el uso de plataformas propias y tecnologías?, ¿debemos seguir viendo lo impreso por un lado, lo digital y sus múltiples derivaciones como un sistema aislado o podemos ver la gestión editorial inmersa en un complejo ecosistema de formatos, relaciones, flujos, procesos y posibilidades? Es conveniente revisar las cifras, analizarnos a nosotros mismos frente al paradigma digital y tener un discurso coherente en concordancia con lo que está pasando en el mundo entero. 2. La industria de la edición digital El foco de la cuestión no es si acá cayó la venta del libro en papel o si allí decreció la del libro electrónico; todos queremos que sea exactamente al revés, tanto para papel como para electrónico, puesto que son hermanas de la industria que queremos se fortalezca. El punto es entender dónde y cómo podemos encontrar nuevos escenarios de desarrollo de la industria editorial tomando ventaja del amplio espectro de soluciones digitales con las que hoy contamos, entendiendo al público al que nos dirigimos y la forma como mejor debemos hacerlo, implementando modelos innovadores y propositivos que se ajusten en justa medida al perfil y a las características de cada proyecto editorial. Siete años después de la mirada angustiante de Negroponte y de otros que vaticinaban la muerte del libro en papel sigo preguntando: ¿qué porcentaje de editoriales tienen desarrollada y desplegada una estrategia digital que dé horizonte a la proyección de su fondo a 2020 en impreso, digital o el formato que se quiera pensar (audiolibro, impreso bajo demanda, etcétera)? Mientras que la tarea del proyecto estratégico digital esté todavía pendiente, mientras que no nos hayamos untado de errores y aciertos en este caminar, las editoriales y los profesionales del libro que poco lo han hecho no pueden ser los primeros en contribuir a una vana discusión pues, infortunadamente, lo que sigue siendo nuevo para ellos, no ha dejado de ser algo extraño para muchos. El negocio editorial no es el mismo de hace diez años. Todos queremos que el libro, sin importar cuál sea su formato, tenga un gran futuro, eso no está y no vale la pena ponerlo en discusión por enésima vez. En lo que no podemos seguir cayendo es en una suerte de generalización de la industria, cuando es esta la que nos exige la habilidad para identificar las particularidades de cada uno de los universos que la componen y construir desde estos espacios las estrategias que están posibilitando una variedad de sistemas y modelos digitales, que difícilmente podemos colocar en un mismo recipiente para que sean medidos con la misma vara. Advierto acá, por supuesto, que existe otro problema de fondo que no es objeto de este estudio, pero que tampoco debe dejarnos de preocupar: los niveles de lectura, las formas de consumo y la competencia con otros productos de la industria cultural y del entretenimiento. Pretender, por ejemplo, que una funcionalidad digital reemplace el goce que un adulto, migrante digital, puede tener al colorear un libro de papel diseñado para tal fin —lo que explica, además, el interesante momento que están 5


Tendencias de la edición digital 2017-2018
To see the actual publication please follow the link above