Igualmente, fue significativa la cifra de 408 visitantes
internacionales provenientes de Argentina, Brasil,
Chile, Perú, Ecuador, Venezuela, Panamá, Guatemala,
Costa Rica, Salvador, República Dominicana, México y
Estados Unidos.
De manera paralela a la exhibición comercial, se realizaron
738 actos culturales, 138 más que en la versión
anterior, 155 de los cuales se celebraron en las salas
alternas. Además, se lanzaron 165 libros de diferentes
áreas del conocimiento y concurrieron aproximadamente
492 expositores.
En ese año se contó con un área de exposición de 3.200
metros cuadrados, y cinco auditorios del recinto ferial
de Corferias, además de 21 sedes alternas distribuidas
por todo Bogotá. Cerca de 87 editoriales mexicanas,
35.000 volúmenes a la venta, la participación de 40
autores, 16 espectáculos musicales, 3 obras teatrales, 34
películas, 77 actividades infantiles, 10 exposiciones y
una muestra gastronómica y de bebidas típicas mexicanas conformaron
la programación editorial, académica y cultural con la cual
México repitió como invitado de honor en la Feria Internacional
del Libro de Bogotá.
Cifras mayúsculas para un evento que crecía y se consolidaba al
final de la primera década del siglo XXI, y que en esta oportunidad,
gracias al país invitado de honor, organizó el Encuentro Internacional
de Escritores México-Colombia, con una franja diaria denominada
«Conversaciones con México», que desembocaría años
más adelante en una franja similar que abarcaría los temas más
importantes.
Entre los autores más reconocidos que estuvieron en la Filbo se
encontraban nombres claves como Sergio Pitol, José Emilio Pacheco,
Jorge Volpi, Jaime Labastida, Enrique Krauze, Margo Glantz y
Denise Dresser; también acudió una notable representación de la
poesía mexicana, caracterizada por un amplio arco generacional
que incluyó a los nacidos en la década de los treinta hasta los años
ochenta, entre los que se destacaban María Baranda, Coral Bracho,
Adolfo Castañón, Elsa Cross, Antonio Deltoro, Jorge Fernández
Granados, Malva Flores, Pura López Colomé, Tedi López Mills,
Vivian Mansour y Luis Felipe Fabre.
Otras actividades cruciales fueron las exposiciones de obras gráficas
de José Castro Leñero y Roberto Turnbull, los grabados de
Francisco Toledo, las muestras de ilustradores mexicanos, al igual
que «Tepito. ¡Bravo el barrio!», del fotógrafo Francisco Mata Rosas,
y la exposición «Santo, leyenda de plata».
Detalle de la exposición «Tepito. ¡Bravo el barrio!», del
fotógrafo Francisco Mata Rosas.
Un homenaje poético a la gran poeta barranquillera
Meira del Mar, fallecida un mes antes de la inauguración
de la Feria y gran protagonista de la versión anterior, es
la mejor manera de celebrar su producción literaria y
despedir su voz.
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