Bogotá y Colombia se merecían una Feria del Libro que
fuera más allá de los espacios de venta de libros que
predominaron en Bogotá desde los años 70.
Material promocional de las ferias del libro de
Buenos Aires, Madrid y Frankfurt, recolectado
durante los dos años previos a la primera feria
de Bogotá.
Cámara
Colombiana
del Libro
Hubo temor, y mucho, por parte de todos los miembros de la Junta
Directiva de la Cámara Colombiana de la Industria Editorial. Las
cuentas no daban. El riesgo era inmenso. Además, nadie sabía
cómo montar algo así. Surgían miles de preguntas resumidas en
dos grandes cuestionamientos: ¿cómo y dónde hacer una feria de
proporciones mayúsculas?
El sitio fue lo primero que se resolvió. Óscar Pérez, director de
Corferias, y Hernando Restrepo, entonces subdirector, ofrecieron
el espacio del recinto ferial y se entusiasmaron ante la perspectiva
de organizar en forma conjunta una Feria del Libro, así que propusieron
trabajar de la mano con la Cámara para materializar el
proyecto.
Conseguido el espacio y con ese apoyo decidido, sólo restaba saber
cómo organizar la Feria. Los integrantes del pequeño equipo de la
Cámara viajaron a Frankfurt (Alemania) a conocer la feria del libro
más grande del mundo, pero se desilusionaron al ver que se trataba
de un espacio para negociar derechos antes que de un evento
abierto al público. Durante dos años, se dedicaron a ir a las ferias
de Buenos Aires, São Paulo, Madrid y México para aprender de los
que ya sabían. Jorge Valencia Jaramillo fotografiaba todo lo que
veía, como si se tratara de un reportero aficionado, y anotaba en
una libreta cada detalle de las ferias existentes, desde la forma en
que se comercializaba hasta el número de invitados y la estructura
de las conferencias.
Con el conocimiento básico del montaje, reunió a los miembros de
su equipo y les pidió que pusieran manos a la obra. En su hogar en
f i l b o 24