El expresidente Carlos Lleras Restrepo en el lanzamiento
de su obra Crónicas de mi propia vida, presentada por el
también expresidente Belisario Betancur. Los acompañan,
a la izquierda, Carlos Pinilla (gerente de El Tiempo)
y Jorge Valencia Jaramillo, y a la derecha, Óscar Pérez.
7.300 editoriales y presentaba 320.000 títulos y 5.000 librerías, unas
cifras que atemorizaban de entrada. En América sólo existían ferias
similares en tres países con tradición cultural:
México, Brasil y Argentina. La principal razón
que motivaba la creación de un evento así en el
país eran las exportaciones crecientes de libros,
que en 1987 habían alcanzado los nueve mil títulos
y los 60 millones de dólares en ventas. Y
además, volver lectora a una población que leía
menos de un libro al año.
Faltaba demostrar que, aparte de ser posible,
también podía ser exitosa y mantenerse. Jorge
Eliécer Gaitán lo había intentado 52 años atrás,
cuando fue alcalde de Bogotá y decidió montar,
en octubre de 1936, un encuentro literario de pequeñas
proporciones que se afianzó y logró sobrevivir durante tres
años. Sin embargo, su legado se perdió.
La decisión era que aquella vez sería distinto: se trataba de una
apuesta en el recinto ferial más grande de Colombia, que contemplaba
10.000 metros cuadrados e implicaba una exhibición comercial
en la que tendrían cabida un millón de libros de 209 editoriales
provenientes de 16 países, durante 10 días de feria.
Además, la apuesta era por la calidad; eso significaba traer a 22
escritores extranjeros y extenderles la invitación a 400 narradores
nacionales, 100 de ellos de provincia. Colombia exportaba ese año
La revista Cromos destaca en su edición del 3 de
mayo de 1988, la realización de la Primera Feria
Internacional de Libro.
f i l b o 29