Suba, en medio de centenares de libros acumulados en los estantes
de su casa, eligieron una fecha cercana al 23 de abril, Día del Idioma,
para celebrar la futura Feria Internacional del Libro aunque
resultara casi coincidente con la de Buenos Aires, lo que a Valencia
le pareció más una ventaja que una desventaja. Luego se determinó
que el certamen duraría dos fines de semana, para aprovechar las
fechas de mayor afluencia, y que terminaría un lunes para poder
cerrar en un día entre semana con descuentos editoriales.
Finalmente, se eligió a los invitados; en principio se pensó en la
figura de María Kodama, la viuda de Jorge Luis Borges, como gran
invitada internacional. Valencia Jaramillo la conoció cuando tuvo
la oportunidad de visitar al escritor argentino en Buenos Aires, así
que le hizo la propuesta. Ella aceptó venir. El presidente Virgilio
Barco también aceptó estar en la inauguración. El resto fue un trabajo
de locos: noches y días enteros dedicados al diseño de la programación,
con un equipo enfocado en organizar los detalles de un
evento que parecía salírseles de las manos.
A medida que avanzaban surgían ideas nuevas, como crear pabellones
para los niños y los jóvenes, o invitar a los colegios a participar,
algo que parecía irracional porque la cultura y los libros estaban
relacionados con los adultos y nunca con los niños. Valencia
Jaramillo habló con los directivos de la Fundación Rafael Pombo
Afinando los detalles en las oficinas de Corferias. Rosa
Jaramillo, Directora de actividades culturales de la Cámara
Colombiana de la Industria Editorial; Hernando
Restrepo y Oscar Pérez, Subdirector y Director General
de Corferias; Jorge Valencia Jaramillo y Juan Luis Mejía,
Presidente y Director Ejecutivo de la Cámara Colombiana
de la Industria Editorial.
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