Panamá, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela,
España y Argentina.
Un total de 337 expositores mantuvieron el nivel de una feria vista
como un oasis en medio de las noticias inciertas del conflicto, en la
que las editoriales de habla inglesa contaron con un pabellón especial
debido a la demanda de textos en ese idioma. Las universidades,
por su lado, motivadas durante más de una década
por la posibilidad de tener una fuerte presencia en la
Filbo, habían fundado o aumentado sus publicaciones,
lo que las había llevado a alcanzar, por primera vez,
unas treinta instituciones.
Si los esfuerzos se veían en esas áreas, también se profundizaba
en fortalecer las Jornadas Profesionales, a
las que la Feria les reservó de nuevo los tres primeros
días para el seminario «Las limitaciones y excepciones
al derecho de autor y la utilización de las obras en el
entorno digital», el Encuentro de Traductores «La traducción
de poesía en Colombia» y el seminario sobre
alfabetización audiovisual.
En medio de un Festival Mundial de la Caricatura, de la
entrega del premio al mejor libro de 1999 a Un hombre
obligado a levantarse con el pie derecho, de Alberto Salcedo
Ramos, y a la publicación de 352 notas en medios nacionales,
250 actos culturales y 2.015 talleres para niños y
jóvenes, se alcanzó la cifra de 271.340 visitantes. En definitiva,
Italia enamoró y abrió bien un siglo en el que todos miraban
hacia el pasado con la esperanza de un mejor futuro. No pocos dijeron,
tras cerrarse las puertas el 8 de mayo, ¡Mamma mia, qué gran
feria! La apuesta por los jóvenes y las universidades generaba la
mayor esperanza de cambio.
El historiador, escritor, arqueólogo y periodista Valerio
Massimo Manfredi en una presentación de su famosa
Trilogía de Alejandro.
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