
Literatura, tango, humor y fútbol fueron los ingredientes
que el país austral trajo, además de una deliciosa muestra
gastronómica, para complementar el tema central del
evento, La literatura, el cine y la televisión.
Folleto titulado “Libros para ser libres”, lema de Argentina
para esta feria.
Cámara
Colombiana
del Libro
Más modesto en tamaño que el de
México, con 1.350 metros cuadrados,
el pabellón «Libros para ser libres» de
Argentina trajo sin embargo todo lo
que Colombia conocía y esperaba de
esa nación: literatura, tango, humor y
fútbol. La muestra, diseñada por Marta
Albertinazzi, la organizó la Dirección
General de Asuntos Culturales
de la Cancillería Argentina e incluyó
exposiciones, muestras artísticas,
bailes del grupo Las Pampas, un espectáculo
en escena llamado Buenos
Aires Tango, con la participación de
la pareja de baile Nélida y Nelson; la
presentación de la Orquesta Sinfónica
Nacional, con el bandoneón de Rodolfo
Maderos y la dirección de Pedro
Ignacio Calderón; las artes plásticas
de Carlos Alonso, el ballet del teatro
Colón de Buenos Aires y el Ballet
Folclórico Nacional; obras infantiles
interpretadas por artistas argentinos sobre los mitos y leyendas de
este país, ciclos cinematográficos y una muestra gastronómica. Mucho
para disfrutar, en resumen.
En esta Feria, que ya se había consagrado como la más importante
y concurrida del recinto de Corferias, se congregaron 450 expositores
de 20 países, entre los que se contaron, además de Argentina,
naciones como Rusia, China, Alemania, España, Italia y Francia.
El ambiente de positivismo era inmenso. Se había aprobado la Ley
del Libro, una de las mayores batallas de la Cámara durante los
seis años anteriores, y eso significaba la posibilidad de fomentar la
industria para estimular el hábito de la lectura. Las editoriales colombianas,
que habían ganado fama por exportar libros animados
en tercera dimensión, se convirtieron ese año en unas de las mayores
exportadoras de textos de interés general y técnicos del área. El
Cerlalc y la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos ubicaron a
Colombia entre los diez primeros exportadores de obras en inglés
y español. Eso, junto con la llegada de la citada ley y la aplicación
del registro de ISBN, permitió cuantificar la existencia de seis mil
nuevos títulos ese año.
Aunque no llegaron al país ni Sábato ni Bioy Casares por agenda,
sí asistieron grandes como Mempo Giardinelli, Marcos Aguinis,
Luisa Valenzuela, Sergio Renán y Jorge Asís, al igual que caricaturistas
como Quino, Fontanarrosa, Sendra y Caloi. Además, tres
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