Así nació
la idea
En 1986, el único referente literario de Colombia ante el mundo era
su premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez. La industria
era pequeña, los editores eran pocos y casi todos los libros que
se consumían en el país venían de fuera. Además, los índices
de lectura no daban cabida a la esperanza: se leía
medio libro al año, según los promedios descorazonadores
de la Cámara Colombiana de la Industria Editorial
(CCIE), en ese entonces.
La única experiencia de una feria del libro en el país
había sido en la época de Jorge Eliécer Gaitán como
alcalde de Bogotá, en 1936, pero sus esfuerzos se habían
difuminado con el paso de los años.
Jorge Valencia Jaramillo, presidente de la CCIE, se había
empecinado desde que asumió el cargo en crear
una Feria del Libro en Bogotá que fuera más allá de los
espacios de venta de material nuevo de las principales
editoriales que se hacían en Bogotá durante el mes de
julio a lo largo de dos semanas en el parque Santander,
organizados por la Cámara Colombiana de la Industria
Editorial.
Bogotá y Colombia se merecían una Feria Internacional
del Libro. Eso era claro. Pero ¿cómo se hacía eso? ¿Cómo
se armaba algo tan monumental?
La idea no era un acto de locura irresponsable en un
país sin lectores y sin industria. En realidad, era una
necesidad que se debía crear para que, con el tiempo,
tuviera su mayor efecto. Era crucial que los editores lograran
comercializar sus productos, que se prepararan
año tras año con una programación profesional, y que el evento
congregara a la sociedad y la invitara a leer. Con el paso del tiempo,
si todo salía bien, eso permitiría el surgimiento de una industria
editorial colombiana fuerte.
El interés de Jorge Valencia Jaramillo por la lectura y
los libros es de muy vieja data. Acá se ve una noticia de
comienzos de los años 70 cuando se desempeñaba como
Ministro de Desarrollo en el gobierno de Misael Pastrana.
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