
Pero el país azteca trajo mucho más. Tanto, que su
muestra sobrepasó todas las expectativas y cifras de
años anteriores: quince mil libros sobre diferentes
asuntos que abarrotaron un gigantesco pabellón de
5.914 metros y se salieron del espacio de Corferias para
abarcar desde el Museo Nacional hasta galerías de arte
o el mismo teatro Colón. La llegada de la cultura mexicana
implicó la realización de talleres de fomento a la
lectura, un festival gastronómico, una muestra de artes
gráficas, una exposición fotográfica sobre escritores
mexicanos a cargo de Paulina Lavista, obras de teatro,
exposiciones de arte, un ciclo retrospectivo de cine
mexicano y otro de cine contemporáneo, espectáculos
de danza contemporánea y folclórica, conciertos, lanzamiento
del Premio Juan Rulfo, lectura de poesía y, por
supuesto, mariachis.
Organizada por el Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes de México, las secretarías de Educación Pública,
de Relaciones Exteriores y de Turismo, la Cámara Nacional de
la Industria Editorial Mexicana, la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM) y la Universidad Autónoma Metropolitana
(UAM), su exhibición «México, un libro abierto» fue tan completa
que incluyó tanto los glifos y los códices de las antiguas culturas
indígenas como la realidad cultural actual.
Con un total de 450 expositores, la presencia de 22 países y la visita
de 300.000 personas, Corferias se convirtió, del 21 de abril al 3 de
mayo, en un territorio más de México. Y también en un espacio
amado por los niños. Con motivo del tema central se hizo un especial
énfasis en el encuentro de los escritores con los jóvenes, además
de una programación de cine para niños, talleres creativos, de
títeres, un espacio de la Policía Nacional dedicado a ellos, fuera de
eventos alrededor del cuento y la poesía.
El Pabellón Infantil, a cargo de la Fundación Rafael Pombo, fue el
lugar soñado de los menores. Allí se mezclaron tanto los autores
como sus personajes, creados junto con los niños, para inventar
entre todos nuevas historias: actividades como contar fábulas con
Augusto Monterroso, la posibilidad de escribirle cartas al coronel
de García Márquez, viajar montados en la tortuga de Momo, jugar
la rayuela de Cortázar, o divertirse con elementos literarios mientras
ideaban sus propias aventuras, los acercó al mundo literario.
Por su parte, los jóvenes de la capital del país tuvieron la oportunidad
de discutir temas de interés, como la tutela, el sexo, la violencia
en la televisión, el medio ambiente, la paz y la educación en los
talleres «Somos arte y parte», organizados por la Fundación Luis
Carlos Galán. El Pabellón Juvenil recibió casi 200.000 jóvenes y
Catálogo con la imagen oficial para la feria que evoca de
manera inequívoca la cultura ancestral de México.
Folleto promocional bilingüe ilustrado que da una idea
de la diversidad y colorido de las manifestaciones artísticas
mexicanas.
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